Luxor, la antigua capital egipcia que es inventario de la humanidad

Autor:

Pepe Segura

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Capital del antiguo imperio egipcio durante más de 1500 años y parada obligada en el recorrido por el Nilo, Luxor asoma como uno de los mayores atractivos de Egipto cuando se abandona El Cairo.

A 700 km al sur de la capital y con más de 7000 años, la antigua Tebas (su nombre en griego) devenido en Luxor (significa “palacios con mil puertas”) como la rebautizaron los árabes, es una urbe con más de 1.300.000 habitantes y monumentos imperdibles en el inventario de la humanidad. 

Nuestra estadía en Luxor se extendió un día completo con noche incluida hasta la partida hacia Asuán.

Con las primeras horas de la noche iniciamos la visita al templo de Luxor, en pleno centro de la ciudad. Nuestra guía nos informó que esa era la hora ideal para apreciar esta obra en todo su esplendor. Tenía razón. Completamente iluminado este templo luce imponente, impactante. Muy bello.

Fue construido entre los años 1400 y 1000 AC por los faraones Amenhotep III y Ramsés II y está dedicado al dios Amón. A lo largo de su historia fue el lugar de culto de diversas civilizaciones. Hay huellas egipcias, griegas, romanas, cristianas y musulmanes. 

Luxor también merece un paseo de noche para palpar el ritmo de la ciudad. Nos montamos en un carruaje que nos llevó por el mercado y la zona comercial. En Egipto, las ciudades cobran vida nocturna porque el calor es tan intenso en el desierto que casi nada se puede hacer durante el día.  Nuestra visita coincidió con el final del Ramadán, y con los días previos de compras para las fiestas Eid al-Fitr, una de las celebraciones más importantes del Islam. En esa ocasión los musulmanes conmemoran el cierre del mes sagrado de ayuno. Se celebra durante los primeros tres días del décimo mes del calendario islámico, el shawwal. 

Vimos multitudes ofreciendo sus productos, multitudes comprando. La mayoría, mujeres con niqab, hiyab o burkas.

El paseo terminó en una calle atestada de gente, en un clásico bar donde se degusta té o café mientras se fuma en los narguiles, una especie de pipa compuesta por un tubo flexible -que conecta con el recipiente donde se quema el tabaco y un vaso de agua perfumada- por donde se aspira el humo.

El corolario, antes de nuestro regreso al barco para proseguir el crucero por el Nilo, fue una visita a una tienda de especias. Un placer para los sentidos. 

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