El Palau de la Música Catalana, una de las joyas modernistas de Barcelona

Autor:

Mariana Otero

Categoría:

Es la única sala de conciertos declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad.

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La ruta de la arquitectura modernista en Barcelona es tan maravillosa que obliga a organizarla en varias paradas. Por supuesto, siempre se comienza por los imperdibles de Gaudí: la Sagrada Familia, el Parque Guell, la Casa Batlló y la Pedrera en el Paseo de Gracia. Pero en esta bellísima ciudad catalana siempre hay más. 

En nuestra última visita de agosto de 2025 descubrimos el Palau de la Música Catalana del genial Lluís Domènech i Montaner, considerado el padre del modernismo catalán y maestro de Gaudí. 

La verdad es que el Palacio nos ha sorprendido, y mucho, con su estructura con hierros, cristales y ornamentación de mosaicos, vidrios y cerámicas. Y, por supuesto, por su luminosidad.

Fue construido entre 1905 y 1908 como sede del Orfeó Català en el precioso barrio de Sant Pere y, según nos contó una guía apasionada, se construyó gracias al aporte de los vecinos. Hay que decir que si por fuera llama la atención, por dentro realmente te deja sin palabras. Vamos allá.

La fachada de la entrada original en la esquina de las calles Sant Pere Més Alt y Amadeu Vives está adornada con un gran conjunto escultórico donde se representa a la música como una mujer ubicada debajo San Jorge y rodeada de campesinos, marineros, ancianos y niños. El balcón de columnas cubiertas de coloridos mosaicos es espectacular. Una vez adentro es posible observarlos de cerca.

Se ingresa por el vestíbulo con techo de cerámica de colores y una escalera decorada e iluminada con farolas. Antes de subir, no hay que olvidar mirar los techos con arcos de ladrillos y cerámica vidriada del Foyer del Palau.

En el primer piso hay dos salas: el Salón Lluis Millet, dedicado al fundador del Orfeó Català que se utiliza para eventos. Tiene una lámpara increíble y las puertas de cristal pintadas con flores. Por allí se entra al balcón de las 14 columnas con mosaicos (un dato: ¡todas son diferentes!).

Al frente del salón está la Sala de Conciertos con una acústica espectacular, orientada a la música coral. Tiene capacidad para 2.040 personas. Lo más llamativo es la luz natural que ingresa a través de una claraboya central que simula ser el sol de la sala: dorado en el centro, más azulado hacia los costados. También la sala recibe luz por las enormes vidrieras en ambos lados que van del suelo al techo, y las lámparas laterales con forma de girasoles, inclinadas hacia el sol de la lámpara central.

La estructura es metálica recubierta de vidrio en la que se integran las esculturas y los mosaicos. Es la única sala de conciertos declarada Patrimonio Mundial por la Unesco.

El diseño fusiona la música local y la universal: hay esculturas inspiradas en los grandes compositores internacionales (Wagner, Bach, Beethoven) con otras de figuras españolas.

Toda la sala está llena de figuras y símbolos (recomendamos sentarse en la platea a observar minuciosamente porque cada pieza es una obra de arte). En el techo hay más de 2.000 rosas rojas y blancas en cerámica vidriada. Pero también hay hojas de palmeras, frutas, colas de pavo real. Impresionante.

El escenario es magnífico. A un lado, la cabalgata de las Valquirias, en alusión a la ópera de Wagner, y un busto de Beethoven. En el otro, el de Anselmo Clavé bajo un gran árbol y un grupo de cantantes que simbolizan la música catalana. 

También hay 18 musas que sobresalen, de cintura para arriba, en la pared que rodea el escenario. Cada una toca un instrumento, todos de distintas partes del mundo. Sobre ellas se encuentra uno de los pocos órganos en funcionamiento fuera de una iglesia. Tiene 3700 tubos y es de estilo románico. ¡Lo escuchamos sonar!

Entradas: Visita guiada o autoguiada 22 euros. Visita libre: 18 euros.

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