La calle está en el barrio de Malá Strana y lleva ese nombre en homenaje al escritor checo Jan Nepomuk Neruda, el vecino ilustre que habitó la casa identificada con el número 47.

La tradición en Praga da cuanta que uno de los recorridos que no pueden faltar en nuestra agenda viajera, es el que va desde la Plaza del barrio Pequeño al Castillo. Pues bien, nosotros la hicimos en sentido contrario para que el regreso sea en bajada (la subida la sorteamos en un bus). Lo que no sabíamos era que ese cambio de sentido nos permitiría encontrarnos y deleitarnos con una de las calles más famosas de la capital de República Checa: la calle Nerudova (Nerudova Ulice en checo). La calle está en el barrio de Malá Strana y lleva ese nombre en homenaje al escritor checo Jan Nepomuk Neruda, el vecino ilustre que habitó la casa identificada con el número 47.

Para los sudamericanos, la mención del apellido Neruda nos remonta, casi automáticamente, al escritor chileno ganador del premio Nobel en 1971, Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto. Entonces comenzamos a preguntarnos. Por qué el trasandino eligió el seudónimo Pablo Neruda al que después le dio carácter de nombre legal?

Algunos guías que consultamos nos dijeron que el libro “Cuentos de Malá Strana” del escritor checo, fue determinante para que el poeta chileno se decidiera a utilizar ese seudónimo a partir del año 1920. Sin embargo, otros escritos dan cuenta que el chileno se habría inspirado en un personaje de Arthur Conan Doyle que en su novela Estudio en Escarlata nombre a la violinista Guillermina María Francisca Neruda.
Dejamos el porqué de la elección a gusto de cada uno y nos adentramos por una calle llena de encantos. Bares, restoranes, tiendas de marcas muy conocidas y galerías de arte para todos los gustos conforman la postal de la calle Nerudova cuando uno comienza a desandarla camino a la Plaza. Nuestro recorrido fue en horas del mediodía y lo hicimos junto a decenas de visitantes que, como nosotros, buscaban en esta calle, restos de una ciudad repleta de historias.
Los símbolos que distinguen este sector de Praga son, entre otros, los portales decorados con dinteles que evocan a los antiguos sistemas postales. También llamó nuestra atención que cada casa, o la mayoría de ellas, mostraran algún cartel que la identificaran. La guía nos apuntó que en la antigüedad y hasta que se introdujeron los números cívicos, era la única manera de dar con ese domicilio. Así, en nuestro recorrido pudimos ver la Casa del León Rojo, la Casa de los Dos Soles (allí vivió Neruda), la Casa de la Rueda de Oro, la Casa del Gato, la Casa del Ciervo y la Casa del Cisne Blanco, entre otras. Tiendas de marionetas, librerías y cervecerías terminan de darle color al paseo que termina, inevitablemente, en un coqueto bar en la plaza del barrio Pequeño donde una exquisita cerveza local nos recuerda que estamos muy cerca del paraíso.












