Gran Bazar en Estambul, una ciudad dentro de otra

Autor:

Pepe Segura

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En la ciudad vieja de la fascinante Estambul, el histórico Gran Bazar es casi una ciudad dentro de la ciudad. Es un paseo, por supuesto, imperdible en un espacio cerrado de 45.000 metros cuadrados con más de 4.000 tiendas, 60 avenidas y 15 patios. Allí está todo: desde joyas de oro y diamantes hasta excelentes imitaciones de las grandes marcas de ropa. 

El Gran Bazar está siempre lleno. No hay hora del día recomendada para visitarlo. Nuestro guía nos contó que a diario circulan por allí entre 250.000 y 400.000 visitantes de todo el mundo y trabajan unas 18.000 personas. Impresionante.

Es que el Gran Bazar no es sólo un buen lugar para comprar sino para observar el movimiento, la gente, la habilidad de los comerciantes y el arte del regateo.

Nos guste o no, en Turquía (como en muchos otros países del mundo, especialmente en Oriente) hay que regatear. Es el modo en que conciben la compra-venta. 

¿Cuál es la técnica? Más o menos así: después que fijamos nuestros ojos en algún objeto de interés, aún sin tocarlo, un vendedor casi siempre amable, se acerca para preguntar cuánto dinero (liras turcas) estamos dispuestos a pagar. Preguntamos cuánto vale. Responde: cuánto vale para tí (muchas veces en español). Entonces no queda más remedio que negociar porque la transacción ha comenzado y es muy probable que nos convenzan que ese artículo es para nosotros y para nadie más. Uno ofrece y el otro rechaza y pide más o menos, hasta que se llegue a un acuerdo. Nunca sabremos cuál es el valor real de lo que llevamos.

Los turcos son muy seductores a la hora de comerciar y son respetuosos (en otros sitios los vendedores suelen ser invasivos). Nos pasó mirando unos pañuelos de seda, todos hermosos y de gran calidad. Miramos,  dudamos, preguntamos. Entonces el hombre pidió permiso para enseñarnos a colocar el pañuelo en el cuello, con una maestría difícil de imitar después. Trajo un espejo y en una ocurrencia simpática nos dijo que nos parecíamos a Brad Pitt y a Angelina Jolie. Jaja, risas de todos (lógico, nada más alejado de la realidad). Por supuesto, llevamos dos. 

Con sonrisas, un apretón de manos y un pequeño souvenir nos fuimos contentos con la compra, con el trato y con el piropo.

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