La Cueva de las Manos: pinturas rupestres en Santa Cruz

Autor:

Mariana Otero

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Impacta. Son un sinfín de negativos de manos estampadas en el murallón de una caverna. Las hay de todos los tamaños y de varios colores. Unas 2.000. 

Hay escenas de caza, de animales (guanacas preñadas), gualichos y figuras geométricas. Está la vida tal como era hace 9.000 años. 

Las pinturas rupestres de la Cueva de las Manos, en la Patagonia argentina, son de distintas épocas, las más recientes tienen 1.300 años. Este legado maravilloso nos permiten espiar la cotidianeidad de los antiguos pobladores (cazadores recolectores pre tehuelches y nómades), descubrir su identidad y cosmovisión en un museo arqueológico a cielo abierto en la estepa noroeste de la provincia de Santa Cruz, al que se llega atravesando a pie el prehistórico Cañadón del Río Pinturas o por un desvío de ripio desde la ruta 40, a 88 kilómetros de la localidad de Perito Moreno. 

Es la evidencia de los orígenes tantas veces negados, que la Unesco declaró Patrimonio de la Humanidad en 1999. Es el pasado presente.

Jasmín Sanchez, guía del parque provincial Cueva de las Manos, nos contó que los antiguos habitantes nómades utilizaban un hueso hueco donde ponían la pintura, soplaban, tapaban la mano por completo y, cuando la sacaban, quedaba perfectamente marcada con el efecto de un aerosol. “Es el negativo de las manos”, dice.

Las manos hipnotizan. La mayoría son izquierdas, de ambos sexos y de diferentes edades y épocas, que aparecen unas sobre otras. Incluso, hay una mano de seis dedos. Un conjunto de ellas, nos explicó la guía, indicarían la pertenencia a un grupo familiar. Hay escenas de caza con lanzas y boleadoras, sellos de patas de choiques o guanacos y figuras geométricas abstractas, como líneas rectas o en zig zag.

En algunos aleros se observan puntos hechos con esferas, posiblemente de piedra cubiertas de cuero y embebidas en pintura a manera de sellos que lanzaban contra los techos o partes altas de las rocas. Tal vez, creen los expertos, un juego en momentos de ocio.

Las paredes rocosas eran parte del cuadro artístico; se observa en la secuencia de guanacos huyendo hacia ambos lados de un cañadón formado por una grieta. Los antiguos encuadraban su obra con el relieve. 

Sobre la Cueva de las Manos también escribimos en Voy de viaje, de La Voz del Interior. Leela completa acá: La Cueva de las Manos, un tesoro arqueológico de la Patagonia.

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