Me enamoré de Chicago

Autor:

Rebeca Bortoletto

Categoría:

Por Rebeca Bortoletto 

Después de conocer Chicago he pensado mucho por qué  no está en el menú principal de quienes visitan Estados Unidos (aclaro tampoco en el mío y repetí Nueva York varias veces). 

Es tan potente la ciudad de Chicago, en formas y contenido, que pienso a sus habitantes resentidos por la sombra  de Nueva York como  la suma de todo lo que se lleva en el planeta. Desde el primer momento me enamoré de esta ciudad. 

Chicago es una de las ciudades más ordenadas, limpias y accesibles que he conocido. Tal vez porque la hicieron de nuevo tras un incendio que dejó a más de 100.000 personas sin hogar. Arquitectos de todo el país confluyeron para la reconstrucción que  ostenta  medidas de seguridad.

Y prevención propias de quien sufrió el poder del fuego. 

Como fuimos en octubre, el buen tiempo nos permitió caminar y recorrer todos sus atractivos que están muy a la mano del turista : la almeja gigante, el Chicago Theatre, el parque del Milenio,el lago Michigan, el río Chicago, la rivera sur del río.

EL  Orchestra Hall (recinto fechado en 1904)  es donde toca de local la Chicago Sinfony Orquestra. Con puntualidad inglesa ofrecieron  un maravilloso concierto y cuando salimos el espectáculo continuaba en la calle con jóvenes locos por el jazz y el blues. La música representa un capítulo fuerte: suena en las esquinas, terrazas, bares con estudiantes de todo el mundo en un vivaz entramado cultural.

 Navegar por el río Chicago por la noche permite descubrir sus famosos edificios iluminados.

Los trenes en altura son una tentación. También nos dimos una vuelta de campechanas (ida y vuelta hacia ningún lugar).

Esta ciudad es la cuna de los rascacielos, los hay en todas las formas y tamaños que se les ocurra. 

Hacen gala de las alturas con bonitos miradores. Mirador 360 Chicago. WillisTower Mirador Skydeck.

El interior de los edificios antiguos está muy ornamentado, tal el caso del Chicago Theatre donde han pasado las grandes celebridades del siglo 20 . Tiene visitas guiadas en inglés. 

Un inconveniente es la escasez de paseos con guías en español. Tenerlo en cuenta a la hora de contratar.

La gastronomía tiene variedad y algunos ítems repetidos: hotdogs, las pizzas rellenas (que más parecen una tarta). 

Si algo faltaba al panorama potente de  la ciudad: la bolsa de cereales, que le pone precio a los granos del planeta con su  un monumental edificio. El guía no se priva de hacer telenovela y cuenta  dónde trabajaban Michele y Barak Obama y dónde la invitó a salir por primera vez. 

Anécdota:  fui por un café y salí esquilada… ni café ni paseo. Un malentendido y allá fueron mis diez dólares y la excursión  sobre las andanzas de Al Capone: nos dejaron sin pena ni gloria. 

Nada pudo nublar la excelente opinión de este destino: Chicago merece  incluso una semanita para conocerla en serio. 

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