Habíamos visto las “chivas” allá por el ‘93 en una visita a la cálida Guayaquil. A bordo de ellas y a ritmo de salsa, recorrimos las calles de esa ciudad convulsionada por la disputa de la Copa América de Fútbol que finalmente ganaría la selección argentina de Batistuta.

Pasaron viajes, países y ciudades hasta el esperado reencuentro en Colombia, el año pasado, donde las chivas son Patrimonio Cultural del país.
Nos subimos a la primera en Guadalajara de Buga y durante días, estos buses coloridos y musicales fueron casi nuestro segundo hogar. Allí escuchamos los ritmos que acompañan a los colombianos recordándonos que la alegría no es sólo brasilera. Montados en una de ellas por los caminos montañosos de la impactante Colombia descubrimos, también, que un bocinazo potente provoca sonrisas y brazos en alto al costado del camino.
Nos contaron que en un principio eran camiones de carga que fueron adaptados de forma artesanal para convertirse en el siglo XX en un transporte público rural.

También se llaman “bus escalera” porque tienen un segundo piso al que se accede por una escalerita para llevar bultos, ya que se utiliza como vehículo de carga además de pasajeros.
En nuestra visita a Río Frío nos dijeron que las chivas tienen origen paisa y que en la paleta de colores predominan los de la bandera colombiana: el amarillo, el azul y el rojo. Las chivas tienen dibujos pintados a mano por artesanos colombianos. En ellas es posible descubrir escenas, paisajes y elementos culturales de la región.
Nos hablaron de la existencia de 1500 chivas en el país, pero hay versiones que indican que serían cerca de 4000.

Las chivas transportan personas, carga, animales, motos, mercadería y hasta sirven como ómnibus escolares. Son capaces de moverse por las carreteras más complicadas. Damos fe de ello.
Y tienen nombres: «Mi consentida», «La siempre fiel», «La soñadora», «La Poderosa».
Se dice que se la bautizó chiva porque el sonido de la bocina se parecía bastante al balido de un chivo.
En las ciudades, en especial las más turísticas, hay chivas rumberas que se han adaptado como “discotecas rodantes» donde, claro, la fiesta está garantizada.
Las chivas son un símbolo de la colombianidad. Sin dudas.





