Frigiliana es uno de esos sitios españoles encantadores que conservan su autenticidad de pequeño mediterráneo. A menos de una hora en auto desde Málaga se encuentra este entramado de casas blancas y callejuelas de herencia morisca a los pies de la sierra de la Almijara. Está a pasos de Nerja, famosa por sus cuevas y por ser el “balcón de Europa”, con vistas excepcionales al mar.

Pero vamos ahora por Frigiliana y su bellísimo casco histórico de callejuelas empedradas, casas blancas con flores y puertas de colores que recuerdan a las islas griegas con el sello ibérico.

Este poblado de 3.000 habitantes es uno de los más bonitos de España y está considerado como el conjunto arquitectónico popular de origen árabe más puro de Andalucía.
Allí convivieron cristianos, judíos y musulmanes a finales del siglo XVI y hay vestigios de ello.
Precisamente, la Plaza de las Tres Culturas -con unas preciosas vistas al mar- da la bienvenida al viajero y es el punto de partida para un recorrido sin rumbo. Cerca de allí se encuentra los Reales Propósitos, el silo donde se almacenaba antiguamente el grano sobrante, y hoy es la referencia para tomar la Calle Real y dejarse llevar por las rutas más fotogénicas hacia el Barribarto, el barrio morisco y el más bonito, al que se llega por la Calle de la Amargura hasta la Calle Alta. Bajando por el Garral está la fuente de las tres culturas con los símbolos de las tres religiones: la cruz cristiana, la estrella de David judía y la media luna de los musulmanes.

Aquí hay que callejear sin mapa, perderse entre sus callejones, pasadizos, cientos de escalones y maravillosos miradores, como El Peñón o el de Lízar.
Luego se llega hasta la plaza del pueblo donde se encuentra la Iglesia de San Antonio de Padua y el Ayuntamiento. Desde allí a la derecha o a la izquierda se baja hacia las terrazas de los comedores que ofrecen berenjenas con miel de caña de la fábrica Nuestra Señora del Carmen, la única de su tipo en Europa. No nos alcanzó el tiempo para probarlas: habrá que volver.
