Vietnam, Camboya y Tailandia, un viaje hacia el asombro

Autor:

Mirta Sandoval

Categoría:

Por Mirta Sandoval

Me llamo Mirta Sandoval, licenciada en Letras, docente jubilada. Nací hace 68 años en Curuzú Cuatiá, Corrientes, donde vivo desde siempre, con la confesa adicción de viajar.

Antes de la pandemia hice planes para conocer Vietnam y Filipinas (por Halong Buy y Río Princesa, respectivamente). Se fundió la empresa y recurrí a Mega Travel, cuyo paquete turístico ofrecía Vietnam, Camboya y Tailandia (22 días a partir del 15 de enero de 2025). Fuimos un contingente de 19 personas y volamos por Turkish, con escala en Estambul, antes de llegar a Hanoi.

Estuve cuatro días y medio en Vietnam, en tres lugares: Hanoi, Halong Buy y Ho Chi Minh, con guía en español y almuerzos incluidos. También, los vuelos internos; no así la excursión a los túneles de Cu-Chi.

En Hanoi visitamos el Templo de la Literatura (primera universidad en honor a Confucio), símbolo de la ciudad.

Seguimos al Mausoleo de Ho Chi Minh para ver el cambio de guardia desde la plaza Ba Dinh. Por votación del grupo no entramos a ver el cuerpo embalsamado del patriota vietnamita. Muchos tenían muy poca inquietud histórica.

Luego fuimos a la Pagoda del Pilar Único.

Después del almuerzo, a una floristería artesanal para ver un hermoso y tradicional arte espiritual: cómo se realizan los ramos florales.

Continuamos al lago Hoam Kiem e hicimos un paseo panorámico en cielo pousse por el Barrio Antiguo de Hanoi, paseo maravilloso y harto pintoresco.

Al día siguiente, nos embarcamos en un crucero rumbo a Ha Long Buy (“dragón que desciende del mar”).

Aquí hablo en singular: observé día y noche miles de islas de insólitas formas y tamaños en un mar color esmeralda. Bellísimo lugar, Patrimonio de la Humanidad y una de las Siete Maravillas Naturales del Mundo. (No hay plural sino casi nula valoración del contingente).

De regreso al muelle, nos trasladamos por carretera al aeropuerto de Hanoi para volar hacia Ho Chi Minh, ex Saigón. 

Aquí vimos desde el exterior el Palacio de la Unificación, la calle peatonal de los edificios municipales y la estatua de Ho Chi Minh. Luego de almorzar viajamos hacia los túneles de Cu-Chi (más de 200 km subterráneos, base de operaciones de la guerrilla vietnamita), recorrimos el Museo de la Guerra (tres pisos). De allí, nos trasladamos al aeropuerto rumbo a Siem Riep (Camboya).

                                                                    ***

De Vietnam me llamaron la atención el tránsito en moto en las dos grandes ciudades: Hanoi y Ho Chi Minh de nueve millones cada una (en total son 103 millones de habitantes). 

Vietnam (viet: etnia que vino de China; nam: país) es un hormiguero trabajador (cultivan la tierra en veredas de 1x1m). Había gran agitación por la festividad del año nuevo chino: Serpiente de Metal (ornamentación de casas y calles). Muchas niñas vietnamitas lucían ataviadas con su traje tradicional, bellísimas. Al llegar al primer hotel nos recibieron con un ramo de flores de loto.

La bahía de Ha Long me cerró la garganta de asombro, por su riqueza geológica, biológica etcétera, al igual que en el Museo de la Guerra, las fotos del horror en blanco y negro.

En Cu-Chi probé la comida guerrillera: mandioca hervida pasada por polvo de maní salado. La comida, en general, muy picante. Asistimos en el muelle a un mercado de perlas: cómo se las extrae de los moluscos, y en un taller textil vimos cómo se trabaja el bambú para hacer tejidos y bordados.

Todo lo reseñado, de diez. Compartí habitación con una profesora de Historia de Resistencia, teniendo ambas las mismas inquietudes histórico-culturales, a diferencia de unas/os cuantas/os del contingente, preocupadas/os por comprar celulares, carteras etcétera. Mi perfil “gasolero” me permitió comprar imanes, postales, cartucheras bordadas y pequeñas artesanías para familiares y amigas/os.

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