El Paisaje Cultural Cafetero (PCC), declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2011, incluye seis paisajes cafetaleros y 18 centros urbanos de las cadenas occidentales y central de la Cordillera de los Andes, al oeste de Colombia
Los pueblos cafeteros son una atracción indiscutible de este país bello y amable. Una visita por poblados auténticos y emergentes para el turismo.
Colombia es sinónimo de café, de cafetales, de caficultores, de aroma, de catas. El café es la marca de identidad de este país exuberante, amable y bello. Hay rutas de sabores que permiten recorrer el territorio de este grano maravilloso y visitar a los productores en sus fincas para observar el proceso completo, desde que se planta la semilla hasta que se degusta en una taza.

El circuito cafetero es un gran plan para los visitantes que buscan empaparse de la esencia de Colombia. El Paisaje Cultural Cafetero (PCC), declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2011, incluye seis paisajes cafetaleros y 18 centros urbanos de las cadenas occidentales y central de la Cordillera de los Andes, al oeste de Colombia. En estos lugares se sostiene la tradición centenaria de cultivar en pequeñas parcelas de bosque alto, una adaptación a las condiciones difíciles de la alta montaña. Las zonas urbanizadas están situadas en las cumbres de las colinas y se caracterizan por su arquitectura de influencia española con materiales tradicionales como cañas trenzadas para los muros, tejas de arcilla y colores vivos en sus paredes, puertas y ventanas. Es tan bonito que da la sensación de haber entrado en una escenografía.

El Paisaje Cultural Cafetero lo comprenden Manizales, Quindío y Risaralda y, también, la región nororiental del Valle del Cauca, la región suroeste de Antioquia y el noroccidente del Tolima. En general, los visitantes que escogen el Eje Cafetero recorren Armenia, Pereira y Manizales, pero tienen cada vez más presencia los pequeños pueblos como los del corregimiento de Riofrío, en el Valle del Cauca. En esa zona, ubicada a menos de dos horas de la ciudad de Cali, la naturaleza se muestra virgen y generosa con una impresionante riqueza hídrica; la cruzan nueve ríos y cientos de aves.
El más suave del mundo
Colombia tiene el café más suave del mundo, y un sinfín de variedades. No se concibe la vida sin el café. Cuentan que la tradición de este producto noble, originario de Etiopía, se esparció en Colombia gracias a la penitencia que imponía el sacerdote Francisco Romero a los peregrinos pecadores: sembrar una planta de café. Y así se multiplicó. Se cree que el grano llegó a principios del siglo XVIII a Antioquia, desde Venezuela o Centroamérica.

Hoy hay 841.354 hectáreas cultivadas, 659.850 fincas cafeteras en 23 de los 32 departamentos del país y 552.814 familias cafeteras. El café es la identidad del pueblo. Cultura y tradición.
Laura Enciso Villamil, caficultora de la finca La Leona del corregimiento de Gaitania, al sur del departamento del Tolima es tercera generación de caficultores con su propia marca de café. “El café significa mi vida entera, seguir el linaje de mi familia. Es la tradición, las costumbres de mi territorio. El café es un estilo de vida y es lo que nos ha dado todo como familia”, asegura.
Según datos de la Federación Nacional de Cafeteros, el año pasado se produjeron 11,3 millones de sacos de 60 kilos y se exportaron 10,6 millones a 51 países. Además, 859 marcas en el mundo llevan el logo de café de Colombia en sus empaques de café tostado.

“El café es nuestra vida completa, es cultura ancestral, amor por el cultivo”, coincide Francisco Gutierrez, de 58 años, caficultor desde muy joven, con una finca de montaña a más de 1750 metros de altura en Génova, en el departamento del Quindío. “El café colombiano es el más suave del mundo, tan rico, tan aromático. Es un orgullo para nosotros los colombianos y para mí, ser caficultor. En lo turístico, el Eje Cafetero tiene paisajes, amaneceres, vegetación y la calidad de las personas”, finaliza.