México es mágica. Desbordante de colores, de cultura, de costumbres, de buena gastronomía y de historia. México es magia: en el país hay 121 pueblos mágicos.
Real del Monte es un pueblo de pasado minero que tuvo su auge en el siglo XVIII con la explotación de los yacimientos de plata. Es un pueblo con encanto y con sabor.

Hay que visitar el cementerio británico es Patrimonio Cultural de la Humanidad. Dicen que este camposanto está mejor conservado que sus similares en Gran Bretaña. En las lápidas hay símbolos masones.

Desde Huasca de Ocampo se pueden visitar los prismas basálticos, un conjunto de rocas volcánicas, pilares hexagonales naturales que parecen haber sido dispuestos por la mano de un artista y desde donde brota el agua.

En Zempoala hay que asomarse a la pasión taurina y conocer de cerca el deporte nacional de México: la charrería que es un arte y disciplina. El estado de Hidalgo es considerado “la cuna de la charrería”.
En Zempoala se encuentra una obra de ingeniería hidráulica maravillosa del siglo XVI: el acueducto Arcos del Padre Tembleque.Y en Tula de Allende, los Atlantes.

Es recomendable llegar hasta la hacienda Santa María Regla, impresionante construcción del siglo XVIII. Se puede apreciar el acueducto y la mazmorra en donde se encerraba a los enfermos de viruela y sarampión y túneles secretos por donde se transportaba la plata y el oro que se extraían de las minas.

Antes o después hay que recorrer Xilitla, otro de los pueblos mágicos. Es conocido mundialmente por el jardín surrealista de Edward James, un escocés nacionalizado británico, amigo de Salvador Dalí, que diseñó una especie de Edén poblado de esculturas que hoy, de a poco y a pedido del artista, se las está comiendo la selva.

Esta nota se publicó originalmente en La Voz del Interior.