Numerosos presidentes argentinos y figuras de renombre nacional visitaron estas aguas curativas. Hoy, el antiguo hotel de la provincia de Salta mantiene el espíritu de antaño con buenos servicios.
A finales del siglo pasado, la meca de los argentinos de clase media y alta era llegar hasta la localidad salteña de Rosario de la Frontera a disfrutar de las aguas termales de propiedades curativas que emanan de una falla geológica. El hotel fue fundado por el médico español Antonio Palau. Fue visitado por Domingo F. Sarmiento, entre tantos otros.
FOTOGRAFÍAS HISTÓRICAS. Gentiliza del Hotel Termas de Rosario de la Frontera.
Hoy ofrece una cómoda infraestructura que conserva mucho del estilo original. Las aguas termales provienen de nueve manantiales diferentes, que surgen entre los 25ºC y 99ºC.
Este año cumple 145 años. Lo visitamos a mediados de abril, casi por casualidad de regreso de nuestro viaje por Jujuy y Salta. Y prometimos volver y contar esta increíble historia.
Para conocer más de la historia, los invitamos a leer el siguiente texto que pertenece a Juan Carlos Rivas, escrito en febrero de 1980. Es largo, ¡pero merece mucho la pena!
El establecimiento termal de Rosario de la Frontera celebra su aniversario el 1 de Abril de 1880, siendo así él más antiguo de Sud América y reconocido como único en el mundo por la variedad de sus aguas termo- minerales.-
La parte referente a la Geología y Geografía del lugar han sido estudiadas como así mismo la composición de las aguas que manan de distintas fuentes. En efecto Geólogos y Químicos han realizado un minucioso estudio que lo inicia el Dr. Max Siawert en 1876, vale decir 4 años antes de que el Dr. Antonio Palau iniciara la explotación del establecimiento termal. En 1888 los Doctores Doering y Schikendantz y en 1895 el Dr. Tagliabue confirman la existencia de nueve variedades de aguas lo que transformaba a las “ Termas de Salta “ (como se las llamo hasta fines del siglo XIX), en un lugar privilegiado por la diversidad de tipos de agua, por ser las de mayor temperatura entre las conocidas en el mundo y por reunir el mayor valor terapéutico.-
El presente trabajo se referirá a la Historia de esas fuentes, del establecimiento y de su fundador sirviéndonos para ello de testimonios de escritores, viajeros y documentos existentes mucho de ellos cuales están en el archivo municipal. Es invalorable por la información que contiene, tanto científica como histórica, la obra del Dr. Eliseo Catón, Estudio de las aguas minerales del norte de la Republica Argentina ( Buenos Aires 1896) y a ella apelará muchas veces.
Dice el Dr. Cantón que las fuentes termales debieron surgir a consecuencia de algún terremoto o conjuntamente con las sierras de La Candelaria en cuyos últimos contrafuertes nacen. Hace miles de años, por efecto de un gigantesco cataclismo geológico, se abrieron en la tierra innumerables grietas por donde salieron a la luz las tersas aguas. Provienen de distintas profundidades ( hasta 3000 metros), y atraviesan capas de distintos minerales ( Azufre, Hierro, Sílice, Sal, Etc.) de donde toman características dominantes. Durante siglos manaron sin pausa hasta que fueron conocidas por el hombre a quien debió producir asombro. En efecto la existencia de fuentes de aguas calientes no es común y es justamente esta característica que la impulsaría a conocerlas a una creciente cantidad de personas.-
El conocimiento de las fuentes termales es antiguo y serian los indígenas sus descubridores. Luego las visitarían esos incansables andariegos que fueron los Jesuitas en alguno de sus frecuentes viajes por el antiguo carril del Perú, que corría al norte del lugar. A partir de estos y por tradición se iría trasmitiendo el conocimiento de las propiedades medicinales de las “ Aguas calientes de la Frontera” a las que se les atribuiría un origen fabuloso y misteriosas virtudes.
Dice el Dr. Cantón en la obra citada que ya en “ La epopeya de nuestra Independencia las huestes del patriota Güemes retemplaron sus fuerzas, quebrantadas en lucha desigual, en el agua bienhechora de aquellos parajes”.-
Fueron visitadas por el sabio Amadeo Bompland después de 1817, por él medico Bruland años después y en 1854 por Martín de Mousay autor de la monumental“Descripción geográfica y estadística de la confederación Argentina”. Aún cuando no visito el lugar la obra recoge la información de la existencia de “Aguas Termales con propiedades curativas especialmente de afecciones reumáticas y de la piel “.-
Los Gorriti, de tanto lustre en la Historia de Salta y de la Nación, frecuentaban el lugar haciendo a caballo el recorrido entro Los Horcones y las “Aguas Calientes”. En el cuento “Gudi Amaya, historia de un salteador” escrito hacia 1865 por Juana Manuela Gorriti, hay referencias a las fuentes termales.
Las llama “panacea universal que cura todo” y se lamenta de que una larga guerra civil ignore “un verdadero santuario de la salud”. Manifiesta que “numerosas caravanas van allí de todos los puntos de la Republica a probar la eficacia de las aguas. Allí el lazarino, (leproso) el cataléptico, el paralítico, ven desvanecerse su horrible mal; y enfermos desahuciados por la ciencia y traídos moribundos en camillas desde largas distancias recobran la vida y la salud en aquellas aguas milagrosas.
Brota en raudal hirviente entre las sinuosidades de un peñasco al pie del cerro de Fuente de Plata; derrámase en un cauce rápido cortado por anchos pozos destinados al baño y corre entre las selvas ennegreciendo las piedras y los árboles y señalando su paso con una larga cinta de vapores que disminuyen en densidad a medida que las aguas se enfrían bajo la húmeda sombra de los bosques, hasta perderse en el río de Horcones”.
Constituye esta pagina la primera descripción del paisaje y de las propiedades curativas de las aguas.-
El Dr. Eliseo Cantón recuerda que conoció las fuentes, cuando niño, en 1875, en su estado verdaderamente salvaje pero ya frecuentadas en el invierno por algunas pocas familias que tenían el valor de trasladarse a vivir una temporada en plena selva, dentro de carpas sitiadas por bosques casi impenetrables y desafiando la voracidad de mil alimañas como las garrapatas, polvorines, piques y hasta el mismo tigre, soberano absoluto de los montes. Agrega que “los bañistas de aquel entonces traían carpas que se extendían en un pequeño desmonte vecino a las fuentes, provisiones y útiles necesarios y suficientes para la temporada que pensaban pasar en sitio tan descampado”. –
Los manantiales no tenían entonces denominaciones especiales y se esperaba la reunión de todas las aguas para bañarse en el arroyo que formaban al descender de la montaña. Los baños se tomaban en pequeñas represas construidas rústicamente con piedras y trozos de madera “en el mismo fondo de la quebrada, por donde corría el agua de todas las fuentes entremezcladas”. La hora del baño era la madrugada, sea cual fuere el padecimiento y por el tiempo que cada uno estimaba conveniente.
Hacia 1878 la fama de las “Aguas Calientes” había llegada a las provincias vecinas y la frecuentaban bañistas de Tucumán, Santiago del Estero y Catamarca. En el año indicado el Dr. Antonio Palau, que ejercía la profesión de médico en la cuidad de Tucumán, “recogió de algunos de sus clientes la noticia de que a corta distancia de la villa del Rosario de la Frontera existían unas aguas minerales calientes de propiedades maravillosas, relatos que despertaron en su espíritu el deseo de conocerlas. Al efecto se transladó a dicha fuentes y satisfecho de su examen resolvió adquirir el terreno donde surgen las aguas y echar los primeros cimientos de un establecimiento balneario.
La propietaria de los terrenos era Doña Melchora Figueroa y Goyechea de Cornejo (fundadora del Rosario del la Frontera) quien no quiso deshacerse a ningún precio, de la valiosa herencia de sus antepasados y solamente consintió en arrendar un perímetro de 2 kilómetros a todos los vientos desde el lugar donde manan las principales fuentes. Se fijo su precio en $ 350. – anuales, o sea 8 reales bolivianos moneda en que habitualmente se hacían las transacciones comerciales hasta la presidencia del General Roca en que se promulgo la Ley Monetaria que obligo a utilizar la moneda nacional y a efectuar las operaciones con sujeción a su valor. La Ley comenzó a cumplirse en nuestra municipalidad el 1º de enero de 1886.
El Dr. Palau comenzó de inmediato su tarea. Se construyeron pequeñas casillas de madera sobre el lecho del arroyo para que se pudieran tomar los baños. Esto constituyo el primer balneario que se fundara en el país el 1ª de abril de 1880. (aniversario)
El primer contrato de arrendamiento fue prorrogado mas tarde por el término de 10 años, y fue celebrado el 21 de marzo de 1884.
Por una de las cláusulas del contrato se establecía que al finalizar el mismo la propietaria de la tierra abonaría al arrendatario el valor –previa tasación por peritos- de los edificios y mejoras introducidas en el sitio. Esta cláusula originó después un pleito sostenido por la empresa y al Banco Provincial de Salta que se solucionó en 1894.
El contrato establecía la filantrópica obligación por parte del arrendatario de permitir que se bañasen gratuitamente los pobres que los solicitasen. Dice el Dr. Cantón que “es digno de hacer constar a título de excentricidad – pues los salteños en esto suelen parecerse a los ingleses- que esta humanitaria señora jamás se bañó en las termas, ni como pobre, ni como rica”.-
Celebrado el contrato el Dr. Palau inició la apertura de nuevos caminos y desmontes que permitieran levantar edificación mas apropiada.
Dice el Dr. Cantón que las “primeras construcciones fueron pobres y sencillas y que los bañistas eran escasos”. Cerca de las fuentes se levantaron dos hileras de pequeñas casillas de madera las que después fueron reemplazadas por habitaciones de mampostería. Todo era insuficiente y defectuoso y solamente el anhelo de curarse, unido a los encantos de una naturaleza virginal, “podían hacer llevadera una temporada de verdaderas privaciones”. Pero la bondad del clima y algunos éxitos difundieron la fama curativa de las aguas lo que originó una mayor influencia de bañistas que hicieron necesarias nuevas construcciones.
Con las nuevas obras se logró una relativa comodidad durante varias temporadas pero en 1886 el Dr. Palau notó que nuevamente eran insuficientes pues la influencia de bañistas era cada vez mayor. Entonces comenzó le edificación del gran establecimiento aprovechando los ricos materiales que la naturaleza ofrecía con prodigalidad: cal y madera. Los ladrillos fueron quemados en tabiques que se amarraron en el lugar.
La fama de las aguas termales se fueron extendiendo y la visita de ilustres personalidades le fueron dando prestigio. En 1886 estuvieron durante una corta temporada, los ex-presidentes Sarmiento y Avellaneda.
La visita de Sarmiento merece una especial mención. Según lo confesó, “vino buscando paliativo a su quebrantada salud” y en las Termas escribió dos artículos que fueron publicados por “El Censor” de Buenos Aires, diario del cual era corresponsal. Se titulan “Las Termas de Salta” y “Desde Metán”. Ambos están publicados en el tomo 42 de la edición oficial de sus obras completas.
Sarmiento vino en ferrocarril desde Tucumán aún cuando la línea férrea no estaba habilitada. En 1886 la punta de rieles llegaba al río Juramento. Pero a tan ilustre personaje le fue permitido realizar el viaje como después el que hizo hasta Metán.
Desde la “Villa del Rosario” hasta las Termas se utilizaba un carruaje tirado con caballos que necesitaban algo mas de 40 minutos para recorrer 7 kilómetros de distancia. El camino era pésimo.
Por ser la primera descripción del hotel y del paisaje, por contener observaciones sobre la “Villa de Rosario de la Frontera”, sobre su intendente y la conmemoración del 9 de julio, el artículo titulado “Las Termas de Salta” merece ser transcripto íntegramente. Dice así:
“Aguas calientes, son la perífrasis de Termas, nombre que los latinos daban a sus casas de baños, que eran estupendos edificios, de los que quedan como la osamenta de un fósil, las Termas de Caracalla. Llamémosle pues a los baños calientes, Termas y nos habremos ahorrado una retahíla y un barbarismo.
El 9 de julio me toma este año en las Termas de Salta, teniendo poco que ver con ellas el Rosario de la Frontera, que es una suposición, la sospecha de un plantel de futura aldea. Es como dar las señas de una casa sin número, por la de un vecino, tan desconocido como el que se busca.
Las Termas de Salta, bien merecen el nombre, pues al decir de los conocedores, comprenden la más singular, variada y extraña colección de aguas minerales, desde fría hasta cocer huevos introducidos en un pañuelo, y con disoluciones de fierro unas, de azufre otras, de sal, o de varias sales bautizadas y analizadas, Vichy, Seltz, etc.etc. por Puiggari nuestro celebre químico analizador. Pero en los baños, no se habla tanto de cualidades, como de bañarse, teniendo cada uno su receta y siéndole indiferente el resto.
No haré el elogio del establecimiento, ni haré aspirar a los sanos el vapor del agua caliente. De eso hablarán los que regresan y algunos médicos que ya cuentan en su farmacopea con esta receta: baños en las Termas de Salta. Y a fe que ahorran a centenares de familias el pesar de no poder trasladarse a Europa a transpirar en Spa, Biarritz, Baden-Baden y donde quiera que las aguas subterráneas conservan el calor de tierras volcánicas, como las hay por do quiera en América.
Estos baños ya concurridos, carecen todavía de construcciones suficientes para proveer a la demanda, estando en espera quince o veinte familias y siendo necesario poner sitio en regla, para obtener, para los que vienen en camino, local seguro a su llegada. Todo está de antemano tomado, mientras se afanan los arquitectos en coronar el morro que se eleva, sobre el conventillo que forman las casuchas, con un cuadro que da frente a todos los vientos, dominando las vecinas colinas y dejando extender la vista sobre las copas de los árboles frondosos que salen de las hondonadas oscuras, que forman estrechos valles hasta alcanzar en el horizonte cordones de cerros cubiertos de nieve. El paisaje cura graves enfermedades, contraídas en las llanuras, en el desierto y en las ciudades. Tenemos concertada expedición hasta San José de Metán, ferrocarril arriba, para ver las más bellas escenas naturales que presentan las montañas, tras las cuales se esconde Salta que todavía no puedo encontrarle el trazado, bien es verdad que se ha desviado para visitar a un amigo, cargándole para sécula sin fin en vuelta y revueltas un diez por ciento mas de flete a los productos que vendrán de Bolivia buscando las márgenes de Atlántico.
Como las afecciones reumatisma les son como la gota, achaque de lores, no excluye la gente de buen tono de la que hay actualmente consumiendo aguas termales una sociedad escogida que recibe refuerzos diariamente de varias provincias, y pudiera decirse que hay “high life”, sobre todo si se tiene en cuenta que estamos viviendo a muchos metros de elevación sobre el mar, a cuya orilla está Buenos Aires.
Si los goces de la vida pueden estimarse por las flores, las frutas, la caza y los libros que están a nuestro alcance para engalanarla, puede juzgarse de lo que se disfruta aquí, por el hecho de haberse servido de postres chirimoyas de Salta, naranjas de Tucumán, manzanas de Córdoba y lo que parecería increíble, uvas frescas de San Juan. La caza suministra perdices, corzuelas, torcazas y loros de varias clases; y en materia de libros, vense en las manos de los desocupados “Tartarín sur de les Alpes” de Daudet 1885, “Victor Hugo” de Saint Victor 1885, “Les antropoides” 18886, con las novelas modernas y antiguas entre las que descuella el “Paraíso perdido” “La Jerusaleme Deliberata” y “Nana” de Zola. Hay para todos los gustos.
Vamos a los recreos que permite la evaluación del lugar.
El 9 de julio ha sido festejado con pompa inusitada, simplemente por que era la primera vez que se celebraba y habría eclipsado a las fiestas mayas de otros lugares si el Lord Mayor del Rosario, un Tiberio nato, como nos han preparado los federales un Julio Argentino, no hubiera puesto embargo y declarado artículo de guerra los cohetes voladores que el público termal había comprado para izar l pabellón argentino sobre el más alto árbol de los que coronan el Acrópolis de las Termas. Habíanse prendido en vía de víspera maitines, todos los cohetecillos chinescos que había en almacenes, por paquetes, por cajones, según la usanza de los días de entusiasmo federal, imitando el garbo del gaucho neto, que hacía servir una cuarta de caña en una copa. ¡Échele que se derrama!
El Tiberio del Rosario (se refiere al Presidente del Consejo municipal don Napoleón Güemes) confiscó para el uso de la municipalidad los cohetes grandes que debieron con sus detonaciones dejar sobrecogidas a las aves del bosque primitivo, que oyó repetido por los ecos aquel “oid mortales…” que tan pocos recuerdan.
Cantóse el Himno en la Termas, después de sucesivos ensayos, sin que se crea que fuese le ejecución cosa de poco más o menos. Ejecutábalo en el piano el joven Palima, español, hecho venir de Tucumán para dar lecciones en su arte, que posee s la perfección, puesto que es discípulo del célebre maestro Slava. Pudiera decirse que trae como repertorio inagotable, toda la música de salón y los más escogidos trozos de la de teatro, con lo que y la mejor voluntad del mundo, puede hacer frente a todas las exigencias. El personal del cuerpo lírico, habría dejado que desear a Tamberlik, cuyo do de pecho se escapaba de cuando en cuando de algún gaznate acatarrado.
Procedióse en seguida a dar cuenta del asunto del día, que no era solo que estábamos a nueve, sino que uno de los concurrentes, declarándose sin oposición, presidente de edad, dijo que habiendo llegado a sus noticias que el General Sarmiento traía para las bibliotecas de estas ciudades, un ejemplar de la novísima edición de sus obras, para distribuir en las bibliotecas de las provincias, se desearía que dejase un ejemplar en los baños que sirviese de base e una colección de libros que trajesen los bañistas, a fin de prestarse mutuo apoyo, contra el enemigo común, el fastidio. Aplaudida y aprobada la idea, se labro acta, reuniéndose sesenta volúmenes de libros y veinte y nueve pesos de suscripción, con derecho a un estante de cedro y declaración de que dicha biblioteca quedaría “for ever” propiedad de la casa de baños, cualesquiera que fuese el propietario sucesivo. Nombrose un secretario, tesorero y administrador y un síndico que tuviese facultad de pedir cuentas y a quién se someterían mensualmente los estados, sobre demanda de libros para repartir a domicilio”.
ACTA
“En el lugar de las aguas termales de Salta, a los nueve días del mes de julio de 1886, reunidos los abajo firmados a iniciativa del señor General Domingo Faustino Sarmiento, ex-presidente de la República, con el objetivo de fundar una biblioteca que sirva de distracción y recreo a todos los que concurran a dicho lugar, convinieron en aprobar el reglamento que se transcribe a continuación proyectado por el referido general y en bautizarla con el nombre de “Biblioteca Sarmiento”. Enseguida el General Sarmiento expuso las ventajas de las bibliotecas del género de la que se fundaba y después de ofrecer el señor Fernando S. Palma los libros duplicados de la Biblioteca de la Sociedad Sarmiento de Tucumán, el General Sarmiento invitó a los presentes a ponerse de pie en el acto de la inauguración de la “Biblioteca Sarmiento” y en solemnización del 9 de julio de 1886. En confirmación de todo esto firman todos los presentes: D. F. Sarmiento – Adolfo Saldías – Irene A. De Saldías – María S. De Andino – Luis J. De Palane – Mercedes Guzmán – Avelino Medina – Antonio Palane – Paulino Lambí Campbell – Julio M. Pereda – R. De la Serna – Francisco Acebal – Antonio M. Grala – L. Clarac – Fernando S. Palma – Baldomero Castro – Cruz Medina – Cecilio Cardo – Laurentino Vijil – Lino Seviñe – Juan J. Andino – José Romagoso – Francisco Almirón – Eugenio Müller – Isidoro Acuña – Pascual Place – Victor Siro Pavón – Alberto Ballerini – Federico Rodas.
Con arreglo al artículo 5º del Reglamento de la Biblioteca, se procedió a recolectar la contribución de un peso nacional la cual produjo veinte y nueve pesos nacionales que fueron entregados al Bibliotecario D. Victor Pavon, y conste D. F. Sarmiento – Adolfo Saldías, secretario.”
“Levantada la sesión y declarada instalada la biblioteca de las Termas, todos convienen en que no puede quedar en eso y arreglando en círculo de sillas, se abren de par en par las puertas, se festeja a los músicos ofreciéndoles champagne, ebrios con aquella música que hace sentir la vida. A falta de pistón y de arpa, los españoles hacen resonar sus dedos, haciendo castañetas, uno de los cuales apercibiendo a la entrada del salón a la mujer del mayordomo que es una andaluza no muy salada, se lanza, la toma por la cintura arrastrándola y gritando a los otros, provocado por un vals de Strauss, olé!, vamos, bailemos!
El impulso está dado. Todo el hotel arde y bulle. Se baila en el vestíbulo, en el salón, alrededor de la mesa de lectura… Bien pronto la locura avanza, se comunica a los pisos inferiores… Ah!, el viento puede soplar afuera, sacudir los faroles, hacer gemir los hilos del teléfono (porque hay teléfonos) y remolinear la nieve que cubre las vecinas montañas. Aquí se siente el calor, está uno bien y hay para toda la noche…
Si no sucedió al pie de la letra en las Termas en la noche del día 9 de julio, algo parecido ocurrió en el Righ-Kulm, a la llegada de Tartarín en su excursión famosa sobre los Alpes, según lo cuenta Alphonse Daudet y lo lee quien quiera en la Biblioteca de las Termas del Rosario, ilustrado con acuarelas”.-
En 1896 se inicia la construcción de tres plantas con capacidad para 200 personas.-
En 1899 estuvo en Rosario de la Frontera y visitó las Termas, el escritor Roberto J. Payró quien en su libro “En las tierras de Inti” dejó su testimonio. Dice: “Otra pequeña etapa en el Rosario de la Frontera, localidad que visité hace algunos días con mi amabilísimo amigo el ingeniero Rapelli y mi actual compañero de viaje el señor Manet. Es este Rosario la famosa estación termal adonde todos los años acuden centenares de enfermos que encuentran, a menudo, la salud, a veces alivio, siempre esperanza, -lo que no resulta desdeñable, por cierto. El balneario está a corta distancia, se llega a él en carruaje y sus vastos edificios tienen (tenían cuando los vi) un melancólico aspecto de convento abandonado. No era tiempo ya de tomar baños..”
El 15 de agosto se celebra en las Termas la festividad de la “Virgen de la Montaña” que congrega numerosos peregrinos. Tal devoción mariana debe prevenir del siglo pasado y aún antes. A la imprecisión cronológica suple una hermosa tradición embellecida aún más con una leyenda que dice que la aparición de la Virgen de la Montañas muy antigua sin que nadie pueda explicar de donde vino ni por que apareció allí, en una gruta de uno de los cerros vecinos al hotel.
Cuenta la leyenda que un día cristianos devotos consideraron que merecía mas que la humilde y pétrea gruta que la alojaba y decidieron trasladarla a la iglesia del Rosario de la Frontera, también puesta bajo advocación mariana. Y desde la gruta que quedó vacía fue traída en andas hasta la casa de Dios en un día que debió ser de extraordinario fervor. Pero la hermosa tradición afirma que la imagen desapareció misteriosamente ante la general consternación de los vecinos que pensaron en una desfavorable señal celeste. Y es probable que surgiera en más de uno de los habitantes rosarinos, el recuerdo de la castigada Esteco cuyos pobladores fueron los primeros en establecerse en el remoto “Castillo y Fuerte del Rosario” que es el origen del Rosario de la Frontera.
Poco después se supo que la Virgen estaba nuevamente en su gruta de la montaña.
Se sabe que la imagen fue colocada en el oratorio del hotel pues las inolemencias del tiempo la estaba deteriorando. Pero fue por poco tiempo. Volvió de nuevo a su gruta tal como la cuenta un documento que conserva en su poder el Gerente del Hotel Termas. Dice así:
“En agosto de 1899 una señora dona para que fuera colocada en el altar del oratorio del hotel, una imagen de Nuestra Señora del Rosario para reemplazar una pequeña existente. Entonces la señorita Celina Lezica Alvear pidió al Dr. Antonio Palau autorización para colocar en un nicho rústico que se construiría al efecto en la montaña, la pequeña imagen desterrada del altar. El señor Pons tomó con entusiasmo la idea y pidió le fuera concedido dirigir y costear la pequeña gruta y el 12 de agosto, ya terminada esta, fue bendecida y llevada en andas la Virgen en solemne procesión en que tomaron parte todos los concurrentes a las Termas. Desde ese día quedó expuesta la imagen a la veneración de los devotos.
En 1917 un grupo de señoras encontró oportuno levantar una suscripción para sustituir la “Virgen de la Montaña” por otra de mayor valor y así lo hicieron volviendo a retirar la virgencita que fue reemplazada por una marmolina. Más sucedió que en la tarde del día 25 de agosto de 1919, sin saberse como la imagen apareció tumbada y literariamente destrozada, y, viendo en esto la mayoría de los devotos un signo evidente de la voluntad del cielo de que sea colocada nuevamente la primitiva imagen, solicitan de su Señoría Ilustrísima la autorización para hacerlo así de un modo definitivo”.-
En 1906 falleció el Dr. Palau y el hotel pasó a manos del Banco Francés quién, debido a la primera guerra mundial decidió venderlo a los señores Seguí y Tosquint.
Actualmente es patrimonio de la provincia de Salta dependiendo del Ministerio de Economía.
En 1919 se instaló la sodería con la finalidad de embotellar el agua “Palau” para su venta en todo el país. Esta variedad considerada como agua de mesa, brota a una temperatura de 76º C.
En 1928 se colocó en uno de los cerros una cruz de madera de quebracho colorado. Esto originó una lucida ceremonia que presidió el Arzobispo de Montevideo. Una placa de bronce recuerda este hecho y dice así:
“Juan Francisco Aragene, Arzobispo de Montevideo colocó y bendijo el símbolo de la redención en la cumbre de este monte que denominó “Cerro del Salvador” el 22 de julio de 1928 para que este lábaro sagrado atraiga las bendiciones del cielo sobre los moradores de esta zona”.
El Dr. Antonio Palau era natural de Lérida (España) donde nació en 1838. Es sin lugar a dudas el iniciador del termalismo en nuestro país y en Sud América.
Fue un “pionero” y como tal merece el reconocimiento y homenaje que merecidamente se le tributará al cumplirse el próximo 1º de abril el centenario de la fundación del establecimiento termal. Fue un visionario a la vez que un hombre enérgico y realizador. Pensó en un gran centro de salud que por la variedad de las aguas y de sus propiedades curativas, sería único en el mundo. Cuanto existe se debe a sus trabajos y desvelos.
Pero su obra sigue incompleta: falta concretar lo que él anheló: el establecimiento termal y centro de salud más importante y valioso del mundo.
Datos útiles. Hotel Termas. RP 34 S/N, Rosario de la Frontera, Salta. T: (0387) 572-8101. Cancha de golfs, piletas y spa. También se puede ir por el día.