Las ciudades medievales tienen ese “no sé qué” generador de fantasías. Carcassonne y su cité alta va más allá. La Dame Carcas desde la Puerta de Narbonne da la bienvenida al visitante con su media sonrisa, solo contemplarla unos instantes y nos sentimos irresistiblemente obligados a cruzar ese inmenso portal mientras el viento propio de Occitania, el Mistral, nos despeina y zarandea.

Pero Carcassonne no es sólo esa fortaleza medieval, su encanto la atraviesa por completo. Al salir de la estación de trenes, nos encontramos frente a frente con el bellísimo y navegable Canal du Midi. Carcassonne tiene el privilegio de ser una de las ciudades por las que atraviesa esta obra del siglo XVII con 240 kilómetros de largo y que hoy está en la lista de los patrimonios de la humanidad.

A escasos metros encontramos la ciudad baja, llamada también ciudad nueva de Carcassonne y se nos presenta en la forma de la bella Bastide San Louis construida nada más y nada menos que en 1248 en el reinado de San Luis de Francia o Luis IX. La cuadrícula de calles no puede ser más colorida, ni más auténtica, ni más medieval. Llena de vida con sus plazas, cafés y mercados callejeros como el de la Plaza Carnot, donde se mezclan los vendedores de alimentos, frutas y flores. Esta experiencia ya justifica por si sola el viaje a Carcassonne.

Pero el recorrido recién comienza, y nos encaminamos al Puente Viejo construido en el siglo XIV y que es el enlace entre la Bastide y la ciudad alta. Nada más atravesar el rio Aude y mientras admiramos las hermosas vistas desde el puente Viejo, divisamos en toda su magnitud la ciudad medieval.
Este patrimonio de la humanidad es un laberinto de calles empedradas y estrechas, flanqueadas por construcciones de piedra medievales. Un rincón supera al otro, aparece su hermosa Catedral y a la distancia, la magnífica fortaleza rodeada por una doble muralla de unos 3 kilómetros de extensión con 52 torres y un foso seco. Es posible pasear por sus murallas y disfrutar las excelentes vistas desde la altura en forma gratuita, pero Dame Carcas llama y la visita a la fortaleza se impone. Las entradas pueden comprarse en taquilla y sus precios varían según la edad, época del año y nacionalidad del visitante, y oscilan entre los 13 a los 19 euros pudiendo contratar además un audio guía en español por 3 euros adicionales que facilita el recorrido.

La visita no defrauda, tanto por el estado de conservación de las construcciones como las vistas desde las torres. El Mistral no nos deja solos, con su fuerza característica silba entre las piedras, se cuela en las troneras y los techos. Siglos de historia y leyendas en la “fortaleza dentro de la fortaleza” que hacen de la experiencia un imperdible en Occitania.

Cómo llegar
La mejor manera de moverse es sin dudas el tren. El servicio SNCF es puntual y con excelentes trenes. Las estaciones son amigables y muy bien mantenidas, con ascensores y/o escaleras mecánicas, la aplicación de SNCF permite comprar en el momento pasajes que no requieren validación alguna y con la facilidad de poder utilizar sistemas como Apple Pay o Google Pay sin inconvenientes. Carcassonne es una excursión de día completo y se puede acceder desde Narbonne en 30 minutos o desde Toulouse en poco más de una hora. En nuestro caso lo hicimos desde Montpellier en una hora treinta minutos y tuvimos la posibilidad de contemplar los hermosos paisajes de Occitania atravesando Sète, Béziers y Narbonne. Aunque es cuestión de gustos, nosotros consideramos que el auto no es la mejor opción en Europa ya que los parkings normalmente se encuentran alejados, son costosos y el tránsito restringido en las ciudades.
















