Lisboa vibra a la vera del Tajo

Autor:

Mariana Otero

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La capital portuguesa es una de las ciudades con más encanto de Europa. Conocida como la «ciudad de las siete colinas», es ideal para recorrerla en tres o cuatro días.

Amor a primera vista: así nos cautivó Lisboa,  la capital de Portugal. La llamada «ciudad de las siete colinas» es cultural, vibrante y hermosa con un aires descontracturados y alejados de la perfección y pulcritud de otras ciudades europeas (ese espíritu rebelde nos atrajo irremediablemente).

Nos alojamos en el barrio bohemio del Chiado (en el Teatro Boutique Rooms & Suites), cerca de la Rua Garret y a metros de la Cervejaria Trindade, situada en un antiguo monasterio. Muy bella y recomendable.

El vecindiario es maravilloso, lleno de librerías (entre ellas Bertrand, una de las más antiguas de Europa), tiendas originales, teatros y cafeterías como el famoso Café a Brasileiro. Allí desayunábamos cada mañana viendo pasar los míticos tranvías amarillos y a los turistas sacarse fotos con la estatua de bronce del gran poeta, escritor y crítico literario portugués Fernando Pessoa, autor de El Libro del Desasosiego, entre tantos otros. 

Desde nuestro alojamiento llegábamos a pie hasta el Convento do Carmo, un edificio religioso medieval que se quedó sin tejado desde el terremoto de 1755, que vale la pena visitar. 

Nosotros tuvimos la suerte de que nuestra estadía en Lisboa coincidiera con el 50 aniversario de la Revolución de los Claveles, que se celebró en la plaza Largo do Carmo, enfrente del convento. Vimos a soldados y civiles portando claveles mientras entonaban «Grándola, Vila Morena», el himno del levantamiento, que había sido prohibido por el dictador Antonio Salazar. Emocionante.

La Revolución, que ocurrió el 25 de abril de 1974, terminó con el régimen dictatorial salazarista, el más antiguo de Europa occidental, y marcó el inicio de la transición portuguesa hacia la democracia. 

La revolución tomó su nombre de los claveles que la gente colocó en los fusiles de los soldados. 

Con la suerte de ser testigos de este acontecimiento comenzó nuestra inolvidable visita a Lisboa que, en nuestra experiencia, requiere no menos de cuatro días de visita (para dedicar un día a Sintra), probar la exquisita comida local y escuchar un espectáculo musical de fado, ese canto nostálgico y melancólico declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco (nosotros ya nos habíamos deleitado con ese espectáculo en Coimbra).

Cómo llegar

Llegamos desde Oporto a Lisboa en ómnibus. Desde la terminal tomamos el metro que nos depositó en el Chiado (ojo que las calles tienen diagonales y muchas subidas y bajadas y el GPS suele confundirse y confundirnos), a pocas cuadras de nuestro departamento.

Una buena forma de ahorrar en movilidad en Lisboa es comprar un billete 24 horas por 6,15 euros, que incluye todo el transporte público. Pero si uno se queda varios días, es útil comprar la Lisboa Card que incluye el transporte público y varias atracciones como el Monasterio de los Jerónimos, la Torre de Belem, el Elevador de Santa Justa y otros. 

Como siempre, recomendamos conocer la ciudad a través de los free tours, con guías expertos a pie y a la gorra. Creemos que es la mejor manera de hacer una primera inmersión en la ciudad para después profundizar en lo que más nos atrae. Nosotros hicimos dos: uno por las atracciones principales del barrio Bajo y del barrio Alto, que partió de la Plaza Luís de Camões; y, otro, por el barrio árabe de Alfama (su nombre significa fuente ya que por debajo de sus calles corre agua que abastece las fuentes del barrio).

El barrio árabe, uno de los imprescindibles de Lisboa, tiene unos miradores preciosos: Portas do Sol y Santa Lucia, desde donde hay unas magníficas vistas del Castillo de San Jorge.

Hasta Alfama se puede llegar a pie pasando por el Arco de Jesús, hasta la orilla del río Tajo. De regreso, se puede ver la Catedral de Lisboa o La Sé (aún estaba fresca la visita del papa Francisco en la fecha de nuestra visita a Portugal) y pasar por delante de la preciosa fachada de la Casa dos Bicos, para después continuar por la Rua Augusta para cruzar el Arco Triunfal, la puerta de entrada a la popular Plaza del Comercio.

Un dato: Desde aquí, se puede tomar el tranvía 15 para llegar al Barrio de Belem en menos de media hora. Esto te lo contamos en otro posteo.

Caminar es la consigna

Una de las plazas más famosas de Lisboa es la de Rossio, rodeada de edificios interesantes como el Teatro Nacional Doña María II, la Estación ferroviaria de Rossio (desde allí salen los trenes para visitar Sintra), la estatua de Pedro IV, la Iglesia de Santo Domingo, con su interior totalmente calcinado producto de un incendio.

Nuestra visita fue casi toda a pie. Para llegar al Barrio Alto hay ascensores o funiculares, pero suele haber colas interminables. Con paciencia y a paso tranquilo se puede remontar las cuestas a pie.

Después de la vista al Alto, se recomienda bajar caminando, llegar al Mercado da Ribeira, lleno de puestos de comida asiática y portuguesa, y a la pintoresca Pink Street, una calle con el suelo pintado de rosa.

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