La historia de la «Oda al albañil tranquilo» de Neruda en Totoral

Autor:

Mariana Otero

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El paso del poeta y Premio Nobel de Literatura Pablo Neruda por Villa del Totoral, en el norte cordobés, se ha contado a lo largo del tiempo a cuentagotas. Sin demasiadas precisiones, con anécdotas de boca en boca, aunque con una evidencia concreta: las producciones literarias que escribió el chileno en este pueblo con historia, situado a 80 kilómetros de la ciudad de Córdoba.

Fotografía: Archivo personal de Roberto Zedda.

Neruda llegó a Totoral en la década de 1950 y se alojó en la casa de Rodolfo Aráoz Alfaro, un prestigioso abogado tucumano, secretario general de Partido Comunista para América Latina, hijo del “padre de la pediatría Argentina” Gregorio Aráoz Alfaro y gran anfitrión de intelectuales y artistas de izquierda de todo el mundo. 

El poeta iba acompañado de su esposa, Matilde Urrutia, y de su secretaria personal, Margarita Aguirre, quien terminaría casada con el propio Aráoz Alfaro.

Fotografía: Archivo personal de Roberto Zedda.

En esa casona totoralense, el chileno escribió ocho odas. Una es la “Oda al albañil tranquilo”, inspirada en Vittorio Zedda, hijo de un inmigrante italiano que realizó obras de albañilería en la casa de Aráoz Alfaro durante la estancia de Neruda.

Roberto Zedda (63) es el hijo de Vittorio, un hombre apasionado por los caballos y el campo. que escuchó de primera mano la historia de su padre. Nunca la contó a los medios, aunque algunas veces se lo requirieron. 

Roberto Zedda. Fotografía: Patricia Molaioli.

Su abuelo Matías Zedda viajó desde Cerdeña a Las Peñas, un pueblo del norte cordobés, a principios del siglo XX. Se dedicó a la leña y armó una empresa en torno a ella, en tiempos en que era un combustible fundamental para la vida diaria. 

Con el tiempo se compró un campo para agricultura y le fue muy bien. Se casó y tuvo dos hijos, uno de ellos Vittorio. 

En 1947, padre e hijo viajaron por Italia durante casi tres años. Vittorio se casó en Cerdeña y regresó a la Argentina con su mujer. Tenía 30 años.

Por alguna diferencia familiar, Vittorio se fue del campo para dedicarse a la construcción. Antes de marcharse de la casa paterna, construyó un bañadero de hacienda para desinfectar al ganado, tal como establecían las normas de aquel entonces. 

“Mi papá le dijo a mi abuelo: ‘Me entusiasmé con las construcciones que vi en Europa y me voy a dedicar a ser albañil. En realidad nunca supe si realmente fue albañil porque hizo una vida de granja, en el campito se producían espárragos y mi mamá hacía dulces de la quinta donde había duraznos y ciruelas”, cuenta Roberto.

La nota completa se puede leer en Revista Lugares, donde se publicó originalmente.

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