Para el viajero que busca algo más que un destino, que anhela una experiencia con alma, Villa Tulumba presenta una oportunidad única: sumergirse en la serena belleza de un pueblo destacado entre los más lindos del mundo y refugiarse en las diecisiete hectáreas de la histórica Estancia La Josefina.

Además de su paisaje natural, este verdadero museo a cielo abierto tiene atrapantes historias y rincones para seguir los pasos de destacadas personalidades de Argentina y del mundo que pasaron por allí.
Recorrer sus callecitas de tierra es como retroceder al 1600. Cada casona, con sus muros de adobe y sus rejas de hierro forjado, susurran historias de un pasado colonial que pronto renacerá gracias a un meticuloso plan de restauración. En esta época del año, la luz dorada baña el pueblo, creando una atmósfera perfecta para explorar sus atractivos religiosos, como la antigua Iglesia de Nuestra Señora del Rosario, un lugar que invita al recogimiento y la admiración.

A solo dos kilómetros de este escenario pintoresco, tras un paisaje que anuncia su grandeza, se alza Estancia La Josefina (1840). Su fachada imponente y señorial es la puerta a un mundo de elegancia rústica y calidez sin igual.
Una Historia que se Renueva
Originalmente parte de las vastas tierras pertenecían a la familia Dávila, posteriormente, la familia Drago adquirió, hace 23 años, este casco de estancia al que han honrado con devoción preservando hasta los mínimos detalles.
El casco principal es una pieza de museo habitable. Sus pisos de baldosa original, sus altos cielorrasos y sus puertas de madera maciza transportan a otros tiempos.
Cuenta con tres habitaciones con baño privado, una de ellas suite con living propio, living y comedor, espacios decorados con una exquisita curaduría de piezas antiguas que refuerzan su carácter.
Para quienes buscan mayor intimidad o viajan en grupo, el terreno alberga tres casas adicionales, construidas con el mismo estilo rústico-colonial y equipadas con todas las comodidades, logrando un equilibrio perfecto entre historia y confort. La propiedad se alquila de forma flexible, ya sea por habitaciones para una escapada en pareja o la estancia completa para una reunión familiar exclusiva.

Los espacios que enriquecen la experiencia
# Piscina con vista a las sierras: Ideal para refrescarse mientras se contempla el paisaje serrano
# Asador con espacios al aire libre: Perfecto para disfrutar de las tradicionales parrilladas argentinas en un entorno natural.
# Hamacas paraguayas: ubicadas bajo la sombra de árboles, invitando al descanso y la contemplación.

Además, el alojamiento conserva su encanto todo el año, ofreciendo numerosos espacios que permiten disfrutar de sus ambientes amplios, sus muebles de época y su amplia piscina con vistas a las sierras. Sin embargo, lo que verdaderamente define la estadía y la eleva a la categoría de experiencia premium es la hospitalidad de su encargada Mariel. Su atención no es un servicio; es una acogida genuina. Es el artífice de que cada detalle desde una recomendación para un paseo a caballo al atardecer hasta el aroma de las tostadas en el desayuno esté imbuido de una calidez que hace sentir al huésped no como un visitante, sino como el invitado de honor de una casa familiar con siglos de historia.
Así, esta estancia trasciende lo turístico para convertirse en una experiencia restauradora.
La verdadera escapada no requiere equipaje, sino el valor de presionar pausa y permitirse un reseteo digital. Aquí, entre muros centenarios y silencios que sanan, el tiempo se dilata: los días se miden por el ritmo del sol, las charlas profundas y el arrullo de la naturaleza. Un refugio donde el bienestar se cultiva con serenidad y simpleza, y donde cada detalle está diseñado para que sus huéspedes vivan una experiencia inolvidable.






