En el corazón de Traslasierra, el bar de Mario Giménez congrega a parroquianos que se acercan por un vermú o un vaso de vino. Los turistas llegan para conocer un auténtico bar de pueblo.

Hace 35 años que Mario Giménez (61 años) atiende la pulpería de Mario (o el bar de Mario), un bar de pueblo en frente de la plaza de San Javier en Traslasierra. Se hizo cargo del local cuando su madre decidió dejar de atenderlo, cuando iniciaban los años 1990. Mario es un “personaje” de San Javier y Yacanto, ese encantador “pueblo campo” en el precioso corredor serrano, ubicado a unos 200 kilómetros de la ciudad de Córdoba.
El bar es un establecimiento sencillo que reúne a los parroquianos alrededor de una mesa con un vermú, como el “súper Mario” -un cóctel a base de fernet y Cinzano- o un “vaso de vino”.
Todos conocen a Mario, que cada día llega al negocio desde Luyaba, donde vive.
En el boliche prepara sándwiches de milanesa y allí mismo ha montado hace tiempo una forrajería, a demanda de los gauchos a caballo. Cuenta que trabaja de lunes a lunes. “Gracias a Dios, nos va bien”, dice.
Históricamente el bar fue un reducto de hombres y de vinos. Pero hoy los turistas -que cada vez más buscan experiencias auténticas- se acercan a conocer un típico bar serrano. Mario atiende a los clientes, habla con todos y hasta se sienta a la mesa con quienes tengan ganas de conversar.
Es devoto del santo Cura Brochero que, cree, fue quien lo salvó por milagro de una enfermedad grave.
“El serrano es pícaro, es gente buena”, asegura. Es gente que sabe contar historias. Una dice que en una oportunidad (no hay nombres en este relato ni referencias temporales) en San Javier y Yacanto (¿en el bar de Mario?), los gobernadores de San Luis y de Córdoba jugaron al truco. La partida la ganó el cordobés.








