Muy cerca de Talampaya e Ischigualasto, este parque provincial alberga un imponente paisaje del Período Triásico. Hay asombrosas geoformas de arenisca esculpidas por el viento y el agua durante millones de años.
En el corazón del desierto riojano, sobre la RN 150, emerge un paisaje que detiene el tiempo y despierta la imaginación con sus curiosas geoformas: el Parque Provincial El Chiflón.

A poco más de 150 kilómetros de la capital provincial, y como parte de la misma cuenca geológica que el imponente Talampaya (La Rioja) e Ischigualasto (San Juan), El Chiflón es una joya que conjuga geología, arqueología y una quietud profunda.

Llegamos allí gracias a la recomendación de unos viajeros. ¡Salud por ese dato!

La visita realmente merece la pena y no tiene nada que envidiarle a sus parques vecinos. Nuestro guía fue Fernando, un riojano generoso con la información que nos ilustró sobre esta maravilla natural y nos acompañó en un trekking de baja intensidad hasta llegar al mirador que es una ventana a un paisaje asombrosamente bello.
El recorrido dura unas dos horas y media.

Ecos de millones de años
El nombre de este parque, que evoca el silbido del viento («chiflete») al colarse por las formaciones rocosas, es el primer indicio de la fuerza natural que esculpió este valle.

El Chiflón es un testimonio vivo del Periodo Triásico, que ofrece evidencias de formaciones geológicas de distintas eras, con vestigios de madera petrificada de coníferas y araucarias que datan de hace 250 a 280 millones de años.

La erosión eólica ha cincelado las blandas rocas de arenisca, dando lugar a un desfile de geoformas bautizadas espontáneamente por los pobladores. El recorrido se convierte en un juego de adivinanzas visuales: allí están “El castillo”, “El pan dulce”, «El hongo», «La tortuga», «El loro», «La casa», «El caballito de mar», «La cara del gaucho» y «El ojo de la cerradura», siluetas que emergen entre los ocres y rojizos del suelo bajo un cielo inmenso, de celestes profundos.

El circuito se recorre hasta la tercera parada en vehículo, pero la esencia de El Chiflón se descubre a pie, en una caminata de unos 800 metros por el cañón, donde los guías develan sus secretos.

Culturas prehispánicas
El Chiflón es mucho más que un museo geológico al aire libre. Es un sitio de profunda riqueza cultural, un santuario de la memoria aborigen. Aquí se encuentran rastros de antiguas civilizaciones, especialmente de los nómades aguada y de los diaguitas, que dejaron su marca en la piedra.
En la primera parada del recorrido, nuestro guía y baqueano nos mostró los morteros comunitarios. Se han encontrado unos 350 tallados en la piedra, que se utilizaban para moler semillas y frutos del monte.

Más adelante, encontramos petroglifos: imágenes grabadas en las rocas, principalmente círculos, que son vestigios de los pueblos que habitaron la zona. Fernando nos habló de la existencia de un pucará, es decir de una antigua fortificación indígena, que habla de la importancia estratégica del lugar.
Datos útiles
Ubicación: a sólo 30 km del Parque Provincial Ischigualasto, ya en San Juan, donde es posible acampar o pernoctar con el motorhome (damos fe que el lugar está muy bueno y con muy buenas instalaciones). También se encuentra a 60 km del Parque Nacional Talampaya.

Otra opción de alojamiento, en el ingreso a la reserva es El Chiflón Posta Pueblo que ofrece instalaciones cómodas y buenos servicios, además de un comedor con gastronomía regional, donde el chivito a la parrilla es la estrella.
Costo del paseo por la reserva natural: $25.000 por persona (personas con discapacidad no pagan).
Horario: Abierto de 8 a 17.





