Son los escribas de la ciudad de Cali que, en una plaza, abren las puertas de una suerte de oficina pública ofreciendo sus servicios a quien lo demande
A metros de la Iglesia la Ermita, famosa en Santiago de Calí porque allí se celebró la primera misa del catolicismo en el año 1536, nos sorprende un grupo de hombres armados con antiguas máquinas de escribir haciendo un oficio que creíamos en desuso.

Hay ocho puestos de trabajo en una plazoleta frente al río y bajo la sombra para mitigar el agobiante calor caleño de fines del verano.
Son los escribas de la ciudad que abren las puertas de una suerte de oficina pública ofreciendo sus servicios a quien lo demande. Igual que se hacía siglos atrás. ¡Qué maravilloso encontrar esta perlita en el siglo 21!
Nos contaron que trabajan desde las 9 hasta las 6 de la tarde y que su clientela es bien variada. Se encargan de escribir y completar formularios de todo tipo para trámites sencillos y complejos. Su clientela llega sabiendo que aquí está la solución para completar un documento mal confeccionado o elaborar uno que no estaba registrado.
El precio varía según la cantidad y complejidad del trabajo. La mayoría que requiere sus servicios es gente mayor, que no sabe escribir o le cuesta hacerse entender.
Cuentan que las primeras horas de la mañana son intensas cuando el apuro por reformular un documento puede determinar la invalidez de un trámite que puede ser clave para personas con recursos son limitados. Allí están todos los días.
Los escribas de Cali son la versión colombiana de uno de los oficios más antiguos de la humanidad.
Y quién sabe si todavía alguien pida que le escriban una carta de amor… Todo es posible en el mundo mágico de la bella Colombia.