Corea del Norte: El misterio del quinto piso

Autor:

Germán Tinti

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Poco y nada sabemos en occidente sobre Corea del Norte. Una cerrada dictadura dinástica gobierna al país desde 1948. El iniciador de esta dinastía fue Kim Il-sung, quien asumió el poder con el apoyo de Stalin cuando Corea se dividió en dos y se mantuvo en su cargo hasta el momento de su muerte en 1994. Aunque en realidad el tipo sigue siendo, desde el más allá, Presidente Eterno de la República, por decisión de su hijo y heredero Kim Jong-il quien, a su vez, dejó el mando de la nación al nieto del fundador de la casta, el actual número uno, Kim Jong-un. Hasta su propio calendario tiene Corea del Norte, uno que indica que el inicio de los tiempos fue en 1912, año del nacimiento del primero de los líderes supremos.

Digresión: Siempre me ha llamado la atención que estas sangrientas dictaduras se autoperciban «democracias». El nombre oficial del país es «República Popular Democrática de Corea». El cinismo de esta gente es infinito.

Aunque no es imposible ingresar al país en calidad de turista, los pocos que deciden pasar una temporada allí son objeto de una tenaz vigilancia. Ningún extranjero puede circular sin la compañía de un guía designado por el régimen. Incluso, esos guías (que trabajan en parejas) deben alojarse en el mismo hotel que sus guiados. Una amabilidad rayana con la vigilancia.

Una argentina en Pionyang

La periodista Florencia Grieco, una de las pocas argentinas que ha pasado algunas temporadas en el misterioso país, detalla las siete normas básicas que debe observar cualquier extranjero que quiera terminar con bien su estadía en Corea:

–No se puede salir solo del hotel.

–No puede apartarse de sus guías ni del grupo con el que viaja sin autorización.

–No se puede tomar fotos a edificios en construcción ni a personal e instalaciones militares.

–No se puede gritar, correr ni hacer ademanes inapropiados en los lugares dedicados a los líderes.

–No debe tocar las imágenes de los líderes.

–No puede cortar las caras de los líderes al sacar fotos de sus retratos o de sus estatuas, debe tomar imágenes de las figuras completas y sin reflejos.

–No debe desobedecer las indicaciones de los guías.

Como quedó dicho, los turistas no pueden salir solos del hotel en que se alojan. Y tampoco pueden elegir el hotel, ya que solamente hay uno que está habilitado para recibirlos. El Hotel internacional Yanggakdo es el segundo edificio más alto en Corea del Norte, y está situado en la isla de Yanggak, a dos kilómetros al sureste del centro de Pionyang, la capital del país. Tiene unas mil habitaciones y fue inaugurado en 1995. Su ubicación en uno de los extremos de una desolada isla en medio del río Taedong, en la que también hay un derruido y abandonado estadio de fútbol y un complejo de cines a medio construir le ha valido al hotel el mote de la «Alcatraz norcoreana» por parte de los pocos viajeros occidentales.

Del cuarto al sexto

Al huésped de este gigantesco y desolado hotel (son muy pocos los pasajeros, en general de nacionalidad china) le llamará la atención que en el panel de comandos de ninguno de los siete ascensores (de los cuales solamente suelen funcionar uno o dos, para ahorrar energía) figura el quinto piso. Es sabido que en muchos edificios de Estados Unidos omiten contabilizar el piso 13 por mera superstición, pero aquí las razones son misteriosas. O mejor dicho: desconocidas.

Lo cierto es que si bien no se puede llegar en ascensor a la quinta planta del edificio, se puede hacer por escaleras, pero no parece ser una excursión recomendable.

En la noche de año nuevo de 2015, el estudiante universitario estadounidense Otto Warmbier no soportó la curiosidad y se aventuró en el misterioso quinto piso, aun cuando la página web de la empresa de turismo con la que había contratado la excursión (no se puede ingresar a Corea del Norte si no es a través de alguna de estas empresas relacionadas con el régimen) advertía que el acceso a este sector del hotel estaba restringido.

La pesadilla de Otto

Warmbier fue detenido y acusado de intentar robarse un poster de propaganda oficial del dichoso quinto piso. Según Danny Gratton, uno de los integrantes de la delegación de turistas, Otto fue detenido mientras hacía el control migratorio en el Aeropuerto Internacional de Pyongyang para salir del país, el 2 de enero de 2016. En declaraciones a la BBC, Gratton afirmó que «faltábamos dos personas para pasar por el control de pasaportes. Entregamos nuestros pasaportes y el tipo señaló a Otto, y luego señaló la puerta. Dos guardias de seguridad vinieron y se lo llevaron. Yo hice un comentario irónico. Dije, ‘bueno, no te volveremos a ver’. Él me sonrió y esa fue la última vez que lo vi».

Modo viaje

Fue sometido a una pantomima con pretensiones de juicio y obligado a leer una confesión autoincriminatoria en la que, entre otras cosas, le hacían agradecer al Supremo Lider «la oportunidad de disculparme de mi crimen, pedir perdón y rogar por cualquier asistencia para salvar mi vida». Fue condenado y sentenciado a 15 años de trabajos forzados. Otto Warmbier sufrió torturas en la cárcel, contrajo botulismo y cayó en un coma del que nunca se recuperó. Fue repatriado por razones humanitarias con daño cerebral grave, ciego, sordo y con convulsiones por razones que los médicos no pudieron explicar y finalmente murió en junio de 2017, seis días después de haber regresado a Estados Unidos. Su caso se convirtió en noticia internacional, a punto tal que el tema fue abordado en la cumbre entre Donald Trump y Kim Jong-un que tuvo lugar en febrero de 2019 en Vietnam.

Donald y Jong-un

«Él [Kim] me dijo que no sabía nada del caso y creo en su palabra. No creo que hubiera permitido que eso sucediera, simplemente no creo que fuera beneficioso para él dejar que eso sucediera», afirmó el hoy saliente presidente estadounidense.

Fred y Cindy Warmbier, padres de Otto, expresaron su desacuerdo con lo afirmado por el infame Trump: «Ahora debemos hablar. Kim y su malvado régimen son responsables de una crueldad e inhumanidad inimaginables», escribieron.

Como insulto final, el cínico régimen socialista de Corea del Norte le remitió al gobierno norteamericano una factura de dos millones de dólares por los cuidados médicos que supuestamente le dispensó a Warmbier.

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